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¿Por qué existen monitores con tasas de refresco tan altas si el ojo humano tiene un límite?

  • Última modificación de la entrada:21 de octubre de 2025
  • Tiempo de lectura:4 minutos de lectura
  • Categoría de la entrada:Blog

En los últimos años, la evolución de los monitores ha sido vertiginosa. Ya no se trata solo de resolución o tamaño de pantalla: uno de los aspectos más destacados en la publicidad de pantallas actuales es la tasa de refresco, con modelos que alcanzan los 144 Hz, 240 Hz, e incluso más allá de los 360 Hz. Sin embargo, esta tendencia ha despertado dudas razonables en los usuarios, especialmente entre quienes no pertenecen al mundo del gaming competitivo o la creación audiovisual. Una de las preguntas más comunes es: si el ojo humano tiene un límite en la cantidad de imágenes que puede percibir por segundo, ¿tiene sentido seguir aumentando los hercios?

Para responder a esta cuestión, es necesario desmitificar la idea de que el ojo humano «ve» en hercios, como si se tratara de una cámara con una frecuencia de captura fija. La realidad es más compleja. El sistema visual humano es un proceso neurobiológico dinámico que responde a estímulos visuales en función de múltiples variables: brillo, contraste, movimiento, atención, y más. No hay un número exacto que marque el límite perceptual universal. Sin embargo, estudios sobre la llamada «tasa de fusión del parpadeo» (flicker fusion threshold) indican que la mayoría de las personas no distingue parpadeos de luz por encima de los 60 a 90 Hz, dependiendo de las condiciones de iluminación y del lugar del campo visual en el que se encuentren esos estímulos.

Ahora bien, la percepción del movimiento fluido, que es lo que realmente se ve beneficiado por una mayor tasa de refresco en un monitor, no se rige por esa misma cifra. En la práctica, los usuarios notan mejoras significativas al pasar de 60 Hz a 120 Hz, y aún más al llegar a 144 Hz o 240 Hz, sobre todo en entornos interactivos como los videojuegos. Esta diferencia no se da solo a nivel visual, sino también en la respuesta sensorial y motriz: un monitor de alta tasa de refresco reduce el desenfoque de movimiento y mejora el «input lag», es decir, el tiempo que transcurre entre que el usuario realiza una acción (como mover el ratón o presionar una tecla) y el momento en que esta acción se refleja en pantalla. En escenarios de alta competitividad, esos milisegundos pueden marcar la diferencia.

Los defensores del software libre y de los entornos abiertos pueden preguntarse si este tipo de avances tienen sentido en un contexto más allá del consumo comercial o el hardware de elite. La respuesta es afirmativa, aunque con matices. Si bien es cierto que muchos escritorios GNU/Linux y entornos de trabajo convencionales no requieren más de 60 o 75 Hz para ofrecer una experiencia fluida, el desarrollo de drivers libres y soporte de gráficos avanzados en plataformas como Wayland ha permitido aprovechar tasas de refresco superiores, ofreciendo beneficios incluso para tareas cotidianas como la navegación web o la edición de video de forma más precisa.

En resumen, los monitores con altas tasas de refresco no son solo una estrategia de marketing dirigida al sector gamer. Si bien el ojo humano tiene límites fisiológicos, la experiencia visual se ve notablemente enriquecida por mejoras en fluidez, claridad y respuesta. La clave está en entender qué tipo de usuario eres y qué necesitas realmente de tu pantalla. Para quienes trabajan en edición multimedia, desarrollan software con entornos visualmente dinámicos o simplemente buscan una experiencia más cómoda para la vista en jornadas largas frente al monitor, optar por un panel de 120 Hz o más puede ofrecer ventajas tangibles.

Aun así, en el contexto del software libre y la filosofía del acceso democrático a la tecnología, es igualmente importante mantener un enfoque crítico y realista: más hercios no siempre equivalen a mejor experiencia, especialmente si el resto del sistema no está optimizado para aprovecharlos. Como siempre, el equilibrio entre necesidad, uso y recursos disponibles debe guiar nuestras decisiones tecnológicas.

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