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¿Quién piensa por quién? Democracia, IA y representación hoy

  • Última modificación de la entrada:13 de noviembre de 2025
  • Tiempo de lectura:4 minutos de lectura
  • Categoría de la entrada:Blog / IA / Sociedad

Vivimos en un mundo donde la tecnología avanza vertiginosamente: cada vez hay más sistemas de inteligencia artificial (IA) capaces de generar textos, imágenes, diagnósticos o perfiles de usuario. Al mismo tiempo, las democracias representativas que heredamos —esas en las que elegimos a representantes que deciden por nosotros— parecen atravesar una crisis profunda.

Este artículo surge como una lectura y reflexión del texto de El Salto Diario, De la democracia representativa a la inteligencia representativa, de la serie Perspectivas anómalas, que plantea una idea provocadora: si en la política delegamos nuestro poder de decisión en representantes, y en la tecnología delegamos nuestro pensamiento en inteligencias artificiales, ¿qué queda realmente de nuestra capacidad crítica?

Democracia representativa: cuando el pensar se delega

La democracia representativa se basa en elegir a personas que actúan en nuestro nombre. En teoría, es una forma de participación. En la práctica termina siendo una delegación total del pensamiento político: votamos y luego desaparecemos de la escena.

El artículo de El Salto advierte que esa forma de delegar no solo se da en lo político, sino también en cómo pensamos y decidimos. Y cuando eso ocurre, el pensamiento crítico se atrofia: dejamos que otros piensen por nosotros, ya sea un político, una institución… o un algoritmo.

“Inteligencia representativa”: cuando la IA se convierte en nuestro representante

En su texto, El Salto propone el concepto de “inteligencia representativa”. No es solo una metáfora: la IA aprende de nuestros datos y “representa” patrones de comportamiento, gustos, deseos. Nos perfila, nos resume y actúa en consecuencia.

Pero esa representación tiene trampas:

  • Transparencia limitada: no sabemos realmente cómo decide una IA.
  • Sesgos estructurales: aprende de datos donde ya hay desigualdades y prejuicios.
  • Pérdida del juicio propio: cuanto más dejamos que los algoritmos seleccionen, recomienden o decidan, menos practicamos nuestra capacidad de elegir conscientemente.

Así, la delegación del pensamiento pasa de la política a la tecnología. Como dice El Salto, “las ideas marginadas —las que pueden cambiar el mundo— suelen quedar fuera de estos sistemas de representación”.

IA y democracia: entre el control y la oportunidad

Pese a todo, no se trata de demonizar la inteligencia artificial. Varios estudios muestran que puede mejorar los procesos democráticos si se usa con transparencia y fines públicos.

  • Según Summerfield et al. (2024), la IA puede fortalecer la deliberación ciudadana si se usa para apoyar el pensamiento humano, no reemplazarlo.
  • Zuber y Gogoll (2023) señalan que la educación democrática y el pensamiento crítico son claves para una IA realmente ciudadana.
  • Otros trabajos, como Democratizing AI from a Sociotechnical Perspective (2023), advierten que la IA no puede entenderse fuera de su contexto social y político: no es neutral.

Así, más que preguntarnos si la IA amenaza la democracia, deberíamos preguntarnos cómo hacer que ambas se fortalezcan mutuamente.

¿Por qué ha de importarte si eres joven?

Porque estás entrando en una época donde el pensamiento independiente será tu principal herramienta de libertad.

  • Cada vez que votas, compartes, buscas o consumes, estás dejando rastros que otros —políticos o algoritmos— pueden usar para representar(te).
  • Saber cómo funcionan esos sistemas te ayuda a no cederles todo tu poder.
  • Participar, debatir, contrastar fuentes, usar software libre o IA abierta son formas concretas de recuperar el control de tus decisiones.

Qué puedes hacer

  1. Cuestiona: ¿Quién decide por ti? ¿Por qué confías en esa fuente o en esa IA?
  2. Informa y participa: en tu centro, tu barrio, tus redes. La democracia se ejerce más allá del voto.
  3. Aprende tecnología: entender cómo funcionan los algoritmos es una forma de ciudadanía digital.
  4. Apoya lo libre y transparente: el software libre y los proyectos abiertos permiten auditar cómo se toman decisiones tecnológicas.
  5. Cultiva el pensamiento crítico: leer, debatir, dudar. Pensar sigue siendo el acto más revolucionario.

El texto de El Salto Diario nos recuerda algo esencial: representar no es reemplazar.

Ni los políticos pueden sustituir el compromiso ciudadano, ni las IA deben reemplazar la inteligencia humana.
La democracia —como el pensamiento— se defiende practicándola.

Y quizá el primer paso sea este: no permitir que nadie, ni un representante ni un algoritmo, piense del todo por nosotros.

Bibliografía y lecturas recomendadas

  • Artículo base: “De la democracia representativa a la inteligencia representativa”, El Salto Diario (2024).
  • Summerfield, C. et al. (2024). How will advanced AI systems impact democracy? arXiv.
  • Zuber, S. & Gogoll, J. (2023). Vox Populi, Vox ChatGPT: Large Language Models, Education and Democracy. arXiv.
  • Democratizing AI from a Sociotechnical Perspective, Minds & Machines (2023).
  • Heinrich Böll Stiftung (2022). Artificial Intelligence and Democracy.
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