El esfuerzo de las compañías de IA generativa para cambiar sus políticas internas va generando su fruto; cada vez son menos los obstáculos para trabajar con las compañías de defensa
Un ejemplo de esto lo tenemos en OpenAI o Mistral, que por cierto, al igual que sus “hermanas” no superan la normativa europea, pero no son las únicas; las IA de Google, Anthropic, Meta, GladstoneAI y ScaleAI, también están siendo probadas por diversas agencias del Departamento de Defensa de los EEUU, y por supuesto Amazon Web Services y Microsoft, que amplía su relación con el sector, proporcionando los servicios en la nube de Azure. que competirán con los del primero.
En una época en que son millonarios los gastos de los Gobiernos en las empresas del complejo militar-industrial (el Departamento de Defensa tuvo este año un presupuesto de un billón de dólares) y en que un nuevo inquilino asciende a la Casa Blanca, dirigir hacia ese sector el negocio parece lo más interesante, máxime cuando las empresas de Silicon Valley pueden encontrar (aún más si cabe) facilidades de acceso para conectar con el Pentágono, ya que en el círculo más próximo del nuevo Presidente están algunos de los grandes del sector.
Son muchos los usos que se le dan a la IA en este campo, no sólo el manejo de drones y otro tipo de robots “inteligentes”, también el tratamiento de datos de todo tipo del enemigo (y el amigo), la ciberseguridad, la geolocalización, el análisis de escenarios bélicos y campos de batalla, etc.
Históricamente
El sector del tratamiento de datos no es nuevo en Defensa (recordemos que Arpanet, la base de la actual Internet, nació en seno del Departamento de Defensa), ni lo son los proveedores de tecnología digital; Oracle e IBM son dos clásicos proveedores del sector.
Ya en los años ’50 Varian Associates fabricaba microondas con fines militares; Fairchild Semiconductor y Fairchild Camera and Instruments tenían un número considerable de contratos militares. Buena muestra de las profundas raíces de Silicon Valley con el sector de la muerte, como lo son sus relaciones en la época de la guerra fría.
La Universidad de Stanford fue también clave en esta cuestión, pues orientaba a estudiantes y profesores a enfocar sus investigaciones con la vista puesta en contratos con Defensa.
Actualmente
Si bien la mayoría de las nuevas tecnológicas de Silicon Valley parecían cuidar una imagen más bien humanista y progresista (comparadas con sus predecesoras) pues un buen número de sus empleados y usuarios de sus productos son de tendencia izquierdista, ahora pasan a alinearse sin pudor con los grandes contratistas tecnológicos del departamento de la muerte, como Palantir y los «tecnopatriotas» de Anduril.
Se ha levantado la veda; todo vale para conseguir más beneficios (y no tenían pocos) en un sector donde la moralidad no encuentra hueco.
Nota:
Si queréis profundizar en la cuestión os recomendamos el artículo de Transnational Institute,
La militarización de las grandes empresas tecnológicas