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Europa ante el “Chat Control”: no sacrifiquemos la libertad en nombre de la seguridad

  • Última modificación de la entrada:22 de septiembre de 2025
  • Tiempo de lectura:4 minutos de lectura
  • Categoría de la entrada:Seguridad / Sociedad

En pocas semanas, la Unión Europea decidirá si aprueba el polémico reglamento conocido como “Chat Control”. Su objetivo declarado es luchar contra el abuso sexual infantil en línea. Nadie en su sano juicio puede oponerse a esa causa. Pero la forma propuesta para hacerlo es un error histórico: convertir cada mensaje, cada foto y cada conversación privada en objeto de vigilancia preventiva.

Este reglamento no solo amenaza con destruir la privacidad digital, sino que abre la puerta a abusos políticos, debilita la seguridad de nuestras comunicaciones y golpea de lleno a la economía tecnológica europea.


La privacidad en jaque

Si el “Chat Control” entra en vigor, todos los ciudadanos europeos seremos tratados como sospechosos. Nuestras conversaciones estarán sujetas a un escaneo automático antes de ser cifradas, sin orden judicial, sin indicios previos y sin límite claro.

Esto choca frontalmente con la presunción de inocencia, con el derecho a la vida privada y con la protección de datos reconocidos en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. No es exagerado afirmar que se abriría un precedente para justificar, mañana, la vigilancia política o la persecución de voces críticas.

Y no olvidemos a quienes más dependen de la confidencialidad: periodistas, abogados, médicos. ¿Cómo podrán proteger a sus fuentes, clientes o pacientes si cada mensaje es revisado?

Una amenaza técnica a la seguridad de todos

El reglamento se basa en una idea técnicamente peligrosa: insertar un sistema de escaneo previo en los dispositivos (client-side scanning). Dicho de otro modo, romper el principio básico de la encriptación de extremo a extremo.

Una vez abierto ese hueco, ya no habrá seguridad real: hackers, mafias digitales o incluso Estados hostiles podrán aprovecharlo. En lugar de protegernos, nos dejará más vulnerables que nunca.

Además, los sistemas de detección son imperfectos. Miles de fotos inocentes —desde imágenes familiares en la playa hasta material médico— podrían ser marcadas como sospechosas. Esto criminalizaría injustamente a ciudadanos corrientes y saturaría a la justicia con falsos positivos, en vez de concentrar recursos en perseguir a los verdaderos criminales.

Empresas y ciudadanos: los grandes perdedores

Europa ha sido pionera en la protección de datos con el RGPD. Esa reputación está en juego. Si se aprueba el “Chat Control”, millones de usuarios perderán confianza en las plataformas europeas y buscarán alternativas extranjeras que sí ofrezcan privacidad real.

Compañías como Signal o Proton ya han advertido que podrían abandonar el mercado europeo antes de aceptar romper la seguridad de sus servicios. ¿El resultado? Una fuga de talento y de innovación que dejará a Europa rezagada frente a Estados Unidos y Asia.

Para las startups tecnológicas, los costes de implementar estos sistemas de vigilancia serían inasumibles. Y para las grandes, un motivo más para replantearse su presencia en nuestro continente.

Una decisión que marcará el rumbo de Europa

Alemania tiene en sus manos inclinar la balanza. Su posición será decisiva en el Consejo de la UE. O se reafirma como defensora de la privacidad y los derechos fundamentales, o allana el camino hacia una Europa vigilada, donde la seguridad se utiliza como excusa para erosionar nuestras libertades.

La lucha contra el abuso infantil exige medidas eficaces, pero también proporcionales y respetuosas con la democracia. Se pueden reforzar las investigaciones judiciales, mejorar la cooperación internacional y usar herramientas técnicas que no supongan la vigilancia indiscriminada de millones de ciudadanos inocentes.

En defensa de nuestra libertad digital

El “Chat Control” es un caballo de Troya. Promete seguridad, pero entrega vulnerabilidad; promete protección, pero arranca libertades. Si lo aceptamos, será casi imposible dar marcha atrás.

Europa debe recordar qué valores debieran definirla: dignidad humana, libertad y respeto a la vida privada. Sacrificarlos en nombre de una falsa seguridad no solo es desproporcionado, es profundamente peligroso.

Hoy tenemos la oportunidad de decir no. De exigir una protección real de la infancia que no convierta a toda la sociedad en sospechosa. De defender una Europa que lidere la privacidad y no la vigilancia masiva.

Estado de la cuestión: https://fightchatcontrol.eu/

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